miércoles, 22 de septiembre de 2010

SANGRE !

Abre los ojos… no sabe ni donde está ni la hora. Hay mucho ruido afuera. De a poco va recordando que pagó por una habitación por varios días ahí. Trata de incorporarse; su cuerpo sudoroso le duele. En las sábanas hay sangre…
_ ¿Que mierda?  no recuerda bien. La mesita de luz tiene blisters de clonazepan vacíos. Durante su sueño se despertó en varias ocasiones y se mandaba un par de ellas masticándolas como si fueran aspirinas para niños. Había estado durmiendo mas de 48 hs. Seguidas. Se sienta en la cama y la imagen que el devuelve el espejo le revuelve las tripas. Tiene un tajo en una muñeca, la izquierda, no es profundo  y con varias marcas alrededor que no llegan a sangrar. Hay un alicate de uñas tirado en el piso. Por suerte éste tiene una cuchilla casi sin filo alguno.
La herida ya está casi coagulada del todo. Sudoroso y con grandes ojeras se levanta y descubre que está desnudo y que ha eyaculado en las sábanas. Se incorpora y tiembla, no tiene fuerza y la sed lo quema por dentro. Hace unos pasos, tambalea y se cae. Se arrastra un poco, gatea otro y logra llegar a la pileta de manos del baño. Hace arcadas pero no puede vomitar nada, solo algo de líquido… abre la canilla y bebe desaforadamente.
Ahora si devuelve líquido y se vuelve a caer. Desde el piso abre la ducha que lo va mojando y se hidrata lentamente, de a sorbitos en la mano ahuecada… despacio, bebe y bebe... siente que se desmaya pero el agua fría lo va reanimando.
Logra meterse en la tina y abre el agua caliente, pero solo sale un chorro de óxido líquido y un ruido que lo aturde y cierra el grifo. Orina un poco y le duele pero la temperatura del meo le da un ligero alivio en las piernas. Cierra el. agua fría y se queda un rato quieto. De golpe le dan espasmos y tose. Tiene que comer algo. Dormita un poco dentro de la vieja tina hasta que de golpe se levanta y se ducha.
Su único pensamiento es comer, así que se viste, se ata una media alrededor de la muñeca y sale de la habitación a buscar lo que sea. Los olores del pasillo le dan nauseas y se acuerda de no acercarse al ascensor. Se tapa la nariz con el brazo y baja las escaleras lo más rápido que puede; está muy débil.
Salea la vereda, calcula que son las seis de la tarde y saca su móvil del bolsillo para ver que son las siete y media p.m. en realidad, y mientras camina encuentra un bar y entra. Pide un café con leche y un carlito:
-          Rápido por favor… dice y el mozo le ve las ojeras, la media alrededor de la muñeca y por las dudas se apura.
Llama a alguien que no conoce muy bien; habla de parte del Turco. Quedan en encontrarse en una hora y media en un lugar del interior, en los suburbios. Tiene que llevar 200 mangos.
-          Dale, nos vemos ahí. No tiene la plata… pero ya embuchó y la merienda con mucha azúcar le levantó el ánimo.
-          El laburo… cagué… la cagué…. Aunque ahora es mas importante el encuentro dentro de un rato. Paga y sale, no tiene mucho dinero
-          A improvisar.
Averigua que Bondi lo lleva a Finisterre y se para bajo el cartel.
-          Me parece que van a caer varios – dice, y se asusta de si mismo, de no haber podido controlar ese pensamiento antes de que saliera de su boca.
El bondi ya paró y todos suben. No debía ir solo, pero tampoco debería estar allí, ni así… se va dejando llevar, no le importa mucho ya.
Tiene el presentimiento de que perdió el laburo (su jefe es un: ortiba buchón puto). Está solo, con el corazón roto y el estómago pegado a los huesos; las tripas chillan. Fin del recorrido.
-          Pero,… ¿cómo? … es mas lejos, le dicen, tiene que tomar un tren.
-          Voy a conocer la loma de la mierda si sigo así (the fool on the hill suena en su cabeza)
Media hora de tren y llega, justo a tiempo. El movimiento en el barrio choto es menor, casi nulo, digamos. Mejor…
-          Por estas calles no andan ni los perros (piensa y se relame en un tic que se empieza a apropiar cuando su lengua perversa saborea la adrenalina que olfatea; ya no es él).
La idea del poco movimiento lo envalentona. Llega a la maldita plaza desolada y está bastante fresco, el aire es un vientito helado que rompe los huevos y lo pone tenso. Se ven venir dos figuras que caminan como si fueran de otro genero homo, o hasta de otra especie… caminata de choros…
Uno se queda en la esquina y tira un par de silbidos, el otro se viene. Tito se pone la capucha, está bastante oscuro ya.
-          ¿Qué se trae amigo? – pregunta el tipo …
-          Lo que me dijiste, loco … contesta Tito
-          Tranquilo pá, ió no soy ningún loco, ¿sabé?
-          Ni yo tu amigo – dice tito con fortaleza desconocida, el tipo titubea un poco y se quiere dar vuelta para ver si el otro sigue haciendo campana, se cagó un poco; quiso dar miedo y el escudo de Tito lo impactó.
-          Son machos de a muchos estos putos – piensa Tito
-          ¿Tené la lana? – pregunta el otro
-          Mostráme el fierro antes – le dice Tito – y dámelo descargado  
-          Te vuá dá descargado, ¡ dame todo o te quemo! – dice el choro e intenta sacar el arma de la cintura pero Tito le mete una piña en el medio de la jeta que lo plancha y el revolver vuela … Tito lo manotea en el aire y apuntándole lo agarra tan fuertemente que gatilla y le da en el abdomen al mono que está en el  piso … silencio .. el tiro no hizo un sonido tan grande.
El de los silbidos de la esquina se queda mudo, Tito lo mira fijo… el otro debería silbar para avisar que está todo bien, pero está inmóvil del cagazo cuando Tito en lugar de correr y escapar hacia cualquier lado, va hacia él. Siente la orina chorrear por sus piernas y solo levanta los brazos diciendo: no, no… nooooo!!! Pero no grita, no puede gritar, le falta el aire…
Tito le apunta todo el tiempo y camina hacia él, al comienzo lentamente, luego mas rápido, pero no llega a correr.
Salvo los perros que ladran (- perros de mierda, por todos lados estos perros de mierda!) la situación no varía mucho en la quietud de la noche, no se ve a nadie, no pasa ningún vehículo.
Lo tiene a unos pasos: - ¿me habrá visto la cara?  se pregunta para sí y se sigue acercando, acomodándose la capucha, no hay mucho tiempo para pensar. El pobre tipo llora con los ojos cerrados y los brazos levantados a media asta, como en cruz.
Tito apoya el 22 corto en la frente de aquel y sin bajar el brazo se agacha un poco y dispara… el tipo cae y tito se tienta… una risita nerviosa y rápida lo invade y mira a los costados y todo sigue igual alrededor… nadie.
Hurga en los bolsillos del último en caer. Hay unos pesos hechos un bollo, una pipa de caña y un pedazo de prensado paraguayo. Sigue revisando bolsillos y encuentra una copia trucha de un zippo con la lengua Stone. Se para y sale caminando. No hay patrulleros, ni gritos, solo unas pequeñas manchas de sangre en el buzo de Tito, no mucho, que se confunden con las de su propio tajo en la otra manga: - animal print  - dice suavemente y se va silbando Paint in black.
Luego de caminar unos minutos a la deriva, encara una garita en la ruta que lo hace reaccionar … la ruta poco transitada … él no sabe si está soñando y a la vez tiene la certeza de que nada volverá a ser igual de ahora en más.
- Eran ellos o yo
Orina, como cualquiera en una garita solitaria por más campo que haya alrededor y se arremanga el buzo. La muñeca ya no sangra pero no tira la media manchada allí, la guarda en un bolsillo.
Se sienta del otro lado del charco, sobre las manchas de meos anteriores y pone un poco de yerba en la pipa para bajar.
El corazón le galopa y el pulso le tiembla, pero lentamente el faso lo empieza a sedar y le da hambre nuevamente... saca el bollo de plata y cuenta, no hay mucho, pero alcanza para una buena comida… solo falta el transporte.
A lo lejos se ven luces que vienen…    

jueves, 9 de septiembre de 2010

el peso de las horas


Caída al vacío… nada de decisiones apresuradas. Mientras lo piensa, Tito arma un bolsito heredado de cuerina marrón caqui y se va sin rumbo fijo.
No le va a caer a la vieja. Demasiados malos tragos ya. Aparte, las bolas pesan suficiente como para hacerse cargo de las jugadas hechas y sus consecuencias.
El presupuesto no es tal; el imprevisto le deja como única opción una pensión en calle casi céntrica, frente a la morgue…
-          Vamos a ser vecinos con el oficial Panza  - piensa y se relame con el perverso humor que le mueve los músculos de la boca y le dibujan una sonrisa tipo Guasón … y así se siente … es el villano idolatrado; el maquillaje perfecto, en traje de caballero entallado, pelo anaranjado, su color preferido … el color de la media naranja ….
-          Perra! … piensa
-          Son todas iguales – le dijo el Tano; hoy no había otras, no había otra cosa en mente …     
Escaleras crujientes, el olor a guiso se mezcla con la combustión de la calle de vereda angosta que delimita el circuito  de carrera de colectivos de línea. El ascensor es un recuerdo. Está trabado en el entrepiso colmado de bolsas de residuos de quienes no tienen tiempo de dejar el control remoto del sagrado zapping tropical … quienes no reniegan del nauseabundo y dulzón hedor que impregna los pasillos húmedos y manchados de pasos, escupitajos y graffitis. O tan solo inscripciones obscenas y dibujos de miembros y posturas de garche.
Tito, herido, sube cada escalón queriendo que al final del pasillo haya una gran boca que lo trague sin masticar y lo haga desaparecer en el mismo instante; sin dolor… sin más, en realidad.
Se va acercando y la puerta, que alguna vez fue la entrada, quizá, a una gran suite, tiene tantas capas de sintético que su esplendor se ahogó y se escondió en las vetas mas profundas.
El llavero rectangular de plástico con letras borroneadas dice “B” y él piensa que allí todo es clase B. Su vida es una película de ese tipo, y tipos como él lo ven en el bar del frente con un pingüino y lechón trozado con chimi.
El de al lado tiene puesto una cumbia a todo lo que el reventado equipo da, con una ecualización tan mediosa que alteraría al propio Gandhi y lo haría comer un sánguche de fideos verdes con Ketchup, onda gula de faso rico.
La cama de plaza y media tiene resortes y colchón de pluma que se adopta a la fisonomía del pasajero. En lugar de araña o lámpara, la luz de un tubo fluorescente deja ver la desolada habitación de techo alto y un ropero con una puerta de vidrio que el moho ha ido erosionando y dibujando, en negro, grandes obras que van cambiando de forma con el peso de las horas… horas de cumbia y ladridos porque los putos de al lado tienen perros que ladran a morir en el balcón…
-                     Ahora si que sería bueno tener un silenciador … piensa Tito mirando a los perros desde su ventana del balcón, tras la cortina dura de esquivar pileta y objetivo de disparos líquidos de todo tipo …
Todavía no tiene el arma, ni sabe donde vive el pata de lana, ni sabe si va a hacerlo o no, solo quiere tirarse y taparse hasta las orejas. Acurrucarse y pensar que todo es un sueño y que la vieja está sentada junto a él cantando una canción mientras le acaricia el pelo. El pensamiento lo relaja que se duerme; a tal punto que no siente aún las pulgas que empezaron a visitar y degustar al invasor.
Afuera es una jungla… ¡¡¡pero esta noche se van todos a la concha de la lora!!!   
 
 Si fuera una escena, aun clase B, de una película, en este momento sonaría “Plegaria para  un niño dormido”… donde el mundo es un ch