miércoles, 21 de julio de 2010

PAREZCO MI PROPIO TÍO, PAREZCO…




Ayer pensaba: hoy no voy a escribir (o decir); hoy creo que debería haberlo hecho pero por algo todo pasa, dicen… que todo llega, que todo por algo es…
Hoy Tito soy yo, se me ha mezclado todo. Como lo mío no es académico voy a hablar en primera persona porque siento (hoy) que así me libera mas, pero no asumo sus fantasías, ni sus anécdotas, ya que son parte de sus vivencias, y no necesariamente de las mías.
Me siento como el orto. Curiosamente no me pasa nada malo, o grave, en realidad, porque grave para mi puede no serlo para otros y viceversa (¡hecho un ají!).
Pero es una mezcla, porque me siento como dije, para el re orto y me expreso como Tito pero él es él y yo soy yo; y se puede ir a cagar.
Llorón, melancólico, ingenuo, iluso, manipulador, obsesivo, pesimista consigo mismo, optimista para con los demás (o las cosas de los demás) y sus mambos… ¡ojo!, no mentiroso, no es lo mismo.
Es como tratar de ser objetivo cuando estás en esa situación, molesta como boxer barato y estirado, de tener que dar esa especie de “consejos” y de sentirte tu tío y de ver tus canas ya sin onda, dejaron de brillar para ser cenizas y los surcos de la sonrisa un papiro, y ya no mas la ramificación del tallo de una hoja de thc, llena de clorofila, de sol y de vida.
Pero es así, la vida, como un boomerang. Y usé tantas veces esta frase de mierda y el boomerang que no vuelve muy seguido, o solo (y con fuerza) cuando por alguna razón (muchas y cada vez mas) me enojo y despotrico. Igual creo en la humanidad y todos mis defectos, en este momento, dependen de un horóscopo semanal, que llega a mi casilla de correo y que leo como si realmente mi destino estuviera marcado por lo que vaya a saber quien (o como carajo) fue a parar eso ahí.
El texto dice que hacia el fin de semana un pequeño gesto de alguien cercano me hará confiar nuevamente (yo diría plenamente o mas marcadamente, porque nunca dejé de, y lo acabo de mencionar, de hecho, mas arriba) en la humanidad (o algo así)…
Y soy como la cucaracha de Kafka la mayor parte del tiempo, y creo que todos me ven así y disimulan.
Siento que floto en el aire unos cuantos centímetros y brillo, otras, pero son las menos… cuando estoy o escucho cosas o veo actos de algunos… pequeños momentos… pocos, que realmente son todo lo que vale este trayecto tan cuesta arriba, como un barro de chocolate amargo que te empalaga y te retrasa, te engulle y te mastica, te defeca y sigue siendo chocolate.
Y te lo refregás, pero le echás la culpa, y a la vez el ojo, y le hincás el diente.
Cuando son bajadas, porque son bajadas….
Y en vez de tomar envión, muchas veces te dejás llevar hacia abajo … pero solo por momentos, porque tocaste fondo una vez, y solo una vez hay que tocarlo y no volver allí nunca mas, nunca requete jamás, diría María Elena …

1 comentario:

  1. Magnífico relato real o fiction. Un despliegue de coordinadas frases, describen un alma atosigada. ¡No me atosiguéis! grita y libérate. Un abrazo, compañero.

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